...Y ahí donde se oculta el odio, bajo sus ojos húmedos por la lluvia y el llanto, donde el viento se lleva el alma, en plena oscuridad, a mitad de lo que parecía nada; ahí estaba ella, empapada por el agua que caía del cielo.
Su vestido azul, descubierto de los hombros y largo hasta los tobillos, se ceñía a su cuerpo a causa de las gotas de lluvia. La delgada figura de esa mujer avanzaba a paso lento, con la cabeza agachada. Su cabello estaba totalmente mojado que, a pesar de las circunstancias, era como si reflejara la inmensa tristeza y desesperanza que la chica albergaba.
Ahí donde la ilusión se pierde, donde se descubre que nada es para siempre, donde se avanza con rumbo y lugar establecidos, mas sin ningún destino; ahí iba caminando ella, lentamente, mientras la lluvia aumentaba su intensidad. Las lágrimas seguían resbalando por su rostro, su maquillaje corrido hundía aún más sus tristes ojos.
Ahí donde llorar no significa nada, donde el vacío interno es mayor que el espacio de cielo sobre la cabeza, donde la soledad es la mejor compañera y donde el más grande enemigo es uno mismo, justo ahí ella seguía, sola.
La lluvia seguía cayendo, su único refugio fue un árbol, se abrazó a él sin importarle el riesgo de los relámpagos. Tenía frío, quizá también hambre, pero eso, y el viento que golpeaba su espalda, pasaban a segundo plano; todo comparado con el dolor que le oprimía el pecho y poco a poco le iba costando respirar.
Y ahí donde el aire sobra, pero te sigue haciendo falta; donde sólo estás tú, pero sientes que eres nada. Ahí, y sólo ahí, se va olvidando todo porque, lentamente, con cada lágrima derramada se va secando la escencia líquida del alma; se queda ella sin moverse. Conociendo, pero sin saber nada...
Su vestido azul, descubierto de los hombros y largo hasta los tobillos, se ceñía a su cuerpo a causa de las gotas de lluvia. La delgada figura de esa mujer avanzaba a paso lento, con la cabeza agachada. Su cabello estaba totalmente mojado que, a pesar de las circunstancias, era como si reflejara la inmensa tristeza y desesperanza que la chica albergaba.
Ahí donde la ilusión se pierde, donde se descubre que nada es para siempre, donde se avanza con rumbo y lugar establecidos, mas sin ningún destino; ahí iba caminando ella, lentamente, mientras la lluvia aumentaba su intensidad. Las lágrimas seguían resbalando por su rostro, su maquillaje corrido hundía aún más sus tristes ojos.
Ahí donde llorar no significa nada, donde el vacío interno es mayor que el espacio de cielo sobre la cabeza, donde la soledad es la mejor compañera y donde el más grande enemigo es uno mismo, justo ahí ella seguía, sola.
La lluvia seguía cayendo, su único refugio fue un árbol, se abrazó a él sin importarle el riesgo de los relámpagos. Tenía frío, quizá también hambre, pero eso, y el viento que golpeaba su espalda, pasaban a segundo plano; todo comparado con el dolor que le oprimía el pecho y poco a poco le iba costando respirar.
Y ahí donde el aire sobra, pero te sigue haciendo falta; donde sólo estás tú, pero sientes que eres nada. Ahí, y sólo ahí, se va olvidando todo porque, lentamente, con cada lágrima derramada se va secando la escencia líquida del alma; se queda ella sin moverse. Conociendo, pero sin saber nada...
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