miércoles, 6 de mayo de 2009

La sombra de la libélula (prueba I)**** (Abril 05, 2009)


Mi cuerpo sufría constantes tremores,
el estómago se extendía y se encogía
al ritmo de los latidos de mi corazón.
Saberte cercano y a la vez tan distante
activó mis nervios de una manera molestamente familiar.

Dormí pensando en ti.
Desperté pensando en ti.
Leí en las páginas más profundas nuestros recuerdos...
Me quedé en ese espacio y ese tiempo...

El cuento permaneció en suspenso.
Me callo y huyo al ver tu recuerdo en mi ventana
esperando por volver a entrar.
Y camino por las calles con gente en gran cantidad
sin saber que nunca te olvido en realidad...

No pensé, no pensaba, no pienso nada en ningún lugar.
No quería, no quiero, no sé si me dan ganas de querer.
Y tú te empeñas en seguirme de cerca
como la sombra de la libélula que apenas y se deja ver.

Derriten mis sueños los acercamientos de tu rostro a mi mente...
El silencio me conforma con un poco de sabor a sal.
Y no me canso de repetir que te amo
y que te espero y que te extraño,
y me repito que eso no es tan malo, pero es poco sano.

Busco a aquellas que vuelan de manera particular
como si trajeran buenas noticias de ti,
simplemente noticias inaudibles de tu aura personal...
Y ahí están cuando menos las he de esperar,
como tú, inesperadamente sorpresivo.

Aquí me tienes, tratando de empezar algo mientras pienso en ti;
buscando la diferencia exacta entre confusa y confundida,
entre tu ausencia y tus distanciamientos abusrdos
hasta el grado de vomitar.

Déjame dormir en medio de tus brazos otra vez.
Acábate mi piel con tus besos
y lléname los ojos de mares con mares de luceros.
Susúrrame palabras desde tu corazón sincero.

Enciérrame, pero esta vez con una llave
para poder salir cuando yo quiera y no quedarme tras las rejas
contemplando la sombra de la libélula,
la sombra de tu recuerdo,
la sombra de ti...

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